MARÍA ROSAL
Para hacer un buen conjuro
yo te daré la receta:
espera y cuando esté oscuro
puedes sacar la chuleta.
Lo primero y principal
es tener un buen caldero,
pues una bruja cabal
no es nadie sin un puchero.
En noches de luna, luna
el aquelarre has de hacer
invocando a la fortuna.
No dejes de remover.
¡Nada de sapos ni arañas!
¡no me seas anticuada!
Con esencia de alimañas
comenzarás la jornada.
Una pizca de carmín,
-el de los labios muy rojos-
tres pelos de un arlequín,
y de la muerte, los ojos.
Coge el zumo de un secreto,
tres cucharadas de hiel
y sumerge el amuleto
con diez hojas de laurel.
Para remover te basta
con el fémur de un camello
calavera y entusiasta
que haya perdido el resuello.
El cascabel de un minino,
el hueso de una ciruela,
la uña de un peregrino
y del juicio, la muela.
Falta lo más importante:
Abracadabra
no es.
Búscalo en otro poema,
que te lo diré después.
Conjuros y otras brujerías, 2007. Premio Príncipe Preguntón, Madrid: Hiperión, Colecc. Ajonjolí.