Ana María Romero Yebra (Madrid, 1945, residente en Almería desde 1981)

Brillaba aquella hoja como un doblón de oro
perdido entre la hierba.
Era el primer heraldo de ese tiempo de otoño
que ya se adivinaba
y sorprendió mis ojos con su luz diferente.

¿De dónde habría venido tan dorada y tan bella?
¿Qué árbol la perdería, raptada por el viento?
Tuve que recogerla y al sentirla en mi mano
era como una joya sujeta entre los dedos.
Mas ni el brillo del ámbar ni el fulgor del topacio
pudieron compararse a toda su hermosura
vegetal y sencilla.

La puse entre las páginas del cuaderno en que escribo
y está allí, refulgente.
Ilumina mis torpes palabras de poeta
da valor a mis versos
y me encuentro con ella cada vez que lo abro
para hacer el apunte de una emoción sentida.

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