“Un encuentro inolvidable”

raquel-lanseros-21-02-19-web

Era una tarde corriente

a una hora… ¿qué hora era?

una calle igual que otra

en una ciudad cualquiera.

Tan sólo sé que aquel día

jamás lo voy a olvidar

como no se olvida el agua

y se recuerda la mar.

Vi pasar una muchacha

vestida de primavera,

una larga falda blanca

y un ramito de azucenas

que perfumaban la brisa

de aquella tarde serena

llenándola de gorriones

venidos de la arboleda.

               Como un bosque en la colina,

su profunda cabellera

que manaba como un río

reluciente de sirenas.

¿Adónde vas tan deprisa?

¿Llegas tarde a algún lugar?

¿Qué te ocurre? ¿Por qué corres?

Dime a quién vas a buscar.

Al ver la chica callada,

ya no quise preguntar.

Pasaron unos minutos,

lentos fueron de pasar,

cuando, de repente, ella

despacio comenzó a hablar.

-¿No me conoces?

-De nada.

-Pues seguro que me has visto

en tus sueños más benditos,

sueños de la madrugada.

-No te entiendo. ¿Eres un hada?

-Soy algo muy parecido.

Una espinita dorada

en el fondo del destino.

-Tienes carita de novia.

-¡Acertaste!

-¿Es hoy tu boda?

-Por raro que te parezca,

                     me caso todos los días.

-¿Con quién?

-Con las gentes mías,

con quienes sufren y aman,

con los que curan y sanan,

con quienes persiguen sueños,

con los que dibujan versos,

los solitarios, los tristes,

los pobres y los enfermos.

Esto dijo y se alejó,

pero mientras se alejaba

se despidió con un guiño

murmurando estas palabras:

-¿Aún no me has reconocido?

Soy lo último que se pierde

y mi nombre es Esperanza.

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