MARÍA ROSAL
Lo primero y principal
es tener un sapo guapo,
una varita encantada -de hada-,
decir: hale hale hop,
el encanto se acabó.
Y si además te gustara
puedes casarte con él
-ya ves-.
Pero recuerda la historia:
falta el beso de la novia.
Y yo que tú no lo haría,
porque existen precedentes
de que después de besados
los príncipes tan osados
no saben freír un huevo.
¿Y qué han hecho
de su hada salvadora?
Pues en agradecimiento
la han convertido en señora
de su casa y de su escudo
y cada día menos bruja
y más maruja
limpia la casa y cocina
igual que cualquier vecina.
Mejor no beses al sapo
ni porque sea muy guapo.
Conjuros y otras brujerías, 2007. Premio Príncipe Preguntón, Madrid: Hiperión, Colecc. Ajonjolí.